Los productos pesqueros, especialmente el pescado, tienen un lugar importante en la nutrición humana. La carne de pescado es un potencial importante en términos de aumentar la población y satisfacer la necesidad de proteínas animales, pero además de su beneficio, la carne de pescado tiene riesgos debido a diversos factores. Estos riesgos, en particular, conducen a envenenamiento e infecciones en los humanos debido a los residuos, y rompen la resistencia del cuerpo al cáncer. Por lo tanto, los antibióticos utilizados en las granjas y los riesgos residuales asociados amenazan la salud humana.

Los antibióticos en animales se usan para tratar algunas enfermedades. Además, se administran antibióticos a animales sanos para aumentar las tasas de crecimiento y aumentar el rendimiento del alimento. El antibiótico usado de esta manera pasa a la leche al mezclarse con la sangre, especialmente en animales que dan leche. Las drogas que contienen antibióticos se excretan del cuerpo de los animales después de un cierto período de tiempo. Sin embargo, hay residuos de antibióticos en la leche extraída de animales durante este período. De hecho, esta leche no debe ser utilizada.

En la leche que contiene antibióticos, las bacterias que no desarrollan productos fermentados como el queso, el yogur no pueden desarrollarse o, debido a que el proceso no se realiza plenamente, se obtienen productos de baja calidad y se producen pérdidas de productos. Además, varios microorganismos en el cuerpo humano ganan resistencia y el tratamiento con antibióticos se vuelve difícil cuando realmente se necesita.

Por esta razón, cualquier tipo de empresas productoras de alimentos o granjas están obligadas a realizar algunos estudios de prueba y control de calidad en diversas etapas de producción hasta que los productos lleguen a los consumidores.

En los laboratorios, el método Elisa también se usa para pruebas de antibióticos dentro del alcance de las pruebas químicas. La prueba Elisa se usa para detectar cuantitativamente residuos de antibióticos en músculos y tejidos del hígado, peces, camarones y cangrejos, o alimentos como la leche, los huevos y la miel. En estos estudios, se cumplen las normas elaboradas por organizaciones locales y extranjeras.